Miro la sombra cansada de una sombra,

que intenta alcanzarla para ser más,

dejar de ser, al fin, penumbra oscura

y ser, al menos, luz de un cuerpo estéril;

quizás solo quiera ser el murmullo del gentío

o convertirse en recuerdo de un cualquiera.

Porque la noche, al olvidar,

no recuerda quién pasó por ella,

ni quién la miraba con ojos entristecidos

o de enamorado.

Que la noche, cazadora de sombras y sueños,

jamás se acordará de mí,

ni de ti,

ni sabrá, jamás, que existimos.

Para ella solo seremos

sombras de sombras pasadas.

 

 

©Jorgegutiérrezdiego